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Algunos retos para la catequesis

33. Para poder expresar su vitalidad y eficacia, la catequesis debe asumir, hoy, los siguientes desafíos y opciones:
  • ante todo debe ser propuesta como un servicio fundamental, interior a la evangelización de la Iglesia, y con un acentuado carácter misionero;
  • debe dirigirse a sus destinatarios de siempre, que han sido y siguen siendo los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos, y debe hacerlo a partir, sobre todo, de estos últimos;
  • a ejemplo de la catequesis patrística, debe moldear la personalidad creyente y, en consecuencia, ser una verdadera y propia escuela de pedagogía cristiana;
  • debe anunciar los misterios esenciales del cristianismo, promoviendo la experiencia trinitaria de la vida en Cristo como centro de la vida de fe;
  • debe considerar, como tarea prioritaria, la preparación y formación de catequistas dotados de una profunda fe".  (DGC 33)

LA EVANGELIZACIÓN

46 La Iglesia «existe para evangelizar», (EN 14) esto es, para «llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad» (EN 18). (DGC 46)

PROCESO DE LA EVANGELIZACION

Según esto, hemos de concebir la evangelización como el proceso, por el que la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo, de tal modo que ella:
  • Impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas (Cf EN 18-20 y RM 52-54; AG 11-12 y 22);
  • da testimonio (Cf EN 21 y 41; RM 42-43; AG 11) entre los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos;
  • y proclama explícitamente el Evangelio, mediante el «primer anuncio», (EN 51. 52. 53; cf CT 18. 19. 21. 25; RM 44) llamando a la conversión (Cf AG 13, EN 10 y 23; CT 19; RM 46).
  • Inicia en la fe y vida cristiana, mediante la «catequesis» (EN 22; CT 18; cf AG 14 y RM 47) y los «sacramentos de iniciación» (AG 14; CEC 1212; cf CEC 1229-1233), a los que se convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la comunidad cristiana (Cf EN 23; CT 24; RM 48-49; AG 15).
  • Alimenta constantemente el don de la comunión (Cf ChL 18) en los fieles mediante la educación permanente de la fe (homilía, otras formas del ministerio de la Palabra), los sacramentos y el ejercicio de la caridad;
  • y suscita continuamente la misión, (Cf ChL 32) al enviar a todos los discípulos de Cristo a anunciar el Evangelio, con palabras y obras, por todo el mundo.


PRIMER ANUNCIO Y LA CATEQUESIS

61. El primer anuncio se dirige a los no creyentes y a los que, de hecho, viven en la indiferencia religiosa. Asume la función de anunciar el Evangelio y llamar a la conversión. La catequesis, «distinta del primer anuncio del Evangelio», (CT 19) promueve y hace madurar esta conversión inicial, educando en la fe al convertido e incorporándolo a la comunidad cristiana. La relación entre ambas formas del ministerio de la Palabra es, por tanto, una relación de distinción en la complementariedad.
El primer anuncio, que todo cristiano está llamado a realizar, participa del «id» (Mc 16,15 y Mt 28,19) que Jesús propuso a sus discípulos: implica, por tanto, salir, adelantarse, proponer. La catequesis, en cambio, parte de la condición que el mismo Jesús indicó, «el que crea», (Mc 16,16) el que se convierta, el que se decida. Las dos acciones son esenciales y se reclaman mutuamente: ir y acoger, anunciar y educar, llamar e incorporar. (DGC61).


LA CATEQUESIS SERVICIO DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

64. La catequesis, al realizar con diferentes formas esta función de iniciación del ministerio de la Palabra, lo que hace es poner los cimientos del edificio de la fe. (S. CIRILO DE JERUSALEN, Catecheses illuminandorum I, 11, PG 33, 351-352) Otras funciones de ese mismo ministerio irán construyendo, después, las diversas plantas de ese mismo edificio.
La catequesis de iniciación es, así, el eslabón necesario entre la acción misionera, que llama a la fe, y la acción pastoral, que alimenta constantemente a la comunidad cristiana. No es, por tanto, una acción facultativa, sino una acción básica y fundamental en la construcción tanto de la personalidad del discípulo como de la comunidad. Sin ella la acción misionera no tendría continuidad y sería infecunda. Sin ella la acción pastoral no tendría raíces y sería superficial y confusa: cualquier tormenta desmoronaría todo el edificio. (Cf Mt 7,24-27)
En verdad, «el crecimiento interior de la Iglesia, su correspondencia con el designio divino, dependen esencialmente de ella». (CT 13; Cf CT 15) En este sentido, la catequesis debe ser considerada momento prioritario en la evangelización. (DGC 64)

FINALIDAD DE LA CATEQUESIS: COMUNION CON CRISTO

80. «El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo».(CT 5; Cf CEC 426; AG 14a. En relación con esta finalidad cristológica de la catequesis ver lo indicado en la Primera Parte, cap. 1: «Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación»; y lo que se dice en la Segunda Parte, cap. 1: «El cristocentrismo del mensaje evangélico».)
Toda la acción evangelizadora busca favorecer la comunión con Jesucristo. A partir de la conversión «inicial» (AG 13b.) de una persona al Señor, suscitada por el Espiritu Santo
mediante el primer anuncio, la catequesis se propone fundamentar y hacer madurar esta primera adhesión. Se trata, entonces, de ayudar al recién convertido a «conocer mejor a ese

Jesús en cuyas manos se ha puesto: conocer su 'misterio', el Reino de Dios que anuncia, las exigencias y las promesas contenidas en su mensaje evangélico, los senderos que El ha trazado a quien quiera seguirle». (CT 20c.) El Bautismo, sacramento por el que «nos configuramos con Cristo», (LG 7b.) sostiene con su gracia este trabajo de la catequesis. (DGC 80)

Tareas fundamentales de la catequesis

85. Las tareas fundamentales de la catequesis son:

- Propiciar el conocimiento de la fe El que se ha encontrado con Cristo desea conocerle lo más posible y conocer el designio del Padre que él reveló. El conocimiento de los contenidos de la fe (fides quae) viene pedido por la adhesión a la fe (fides qua). (Cf DCG (1971) 36a.) Ya en el orden humano, el amor a una persona lleva a conocerla cada vez más. La catequesis debe conducir, por tanto, a «la comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino», (DCG (1971) 24.) introduciendo a los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la Escritura, que es la «ciencia eminente de Cristo» (Flp 3,8). (DV 25a.) Este profundizar en el conocimiento de la fe
ilumina cristianamente la existencia humana alimenta la vida de fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo. La «entrega del Símbolo», compendio de la Escritura y de la fe de la Iglesia, expresa la realización de esta tarea.

- La educación litúrgica

En efecto, «Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica». (SC 7.) La comunión con Jesucristo conduce a celebrar su presencia salvífica en los sacramentos y, particularmente, en la Eucaristía. La Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles cristianos a aquella participación plena, consciente y activa que exige la naturaleza de la liturgia misma y la dignidad de su sacerdocio bautismal. (Cf SC 14.) Para ello, la catequesis, además de propiciar el conocimiento del significado de la liturgia y de los sacramentos, ha de educar a los discípulos de Jesucristo «para la oración, la acción de gracias, la penitencia, la
plegaria confiada, el sentido comunitario, la captación recta del significado de los símbolos...
»; (DCG (1971) 25b.) ya que todo ello es necesario para que exista una verdadera vida litúrgica.

- La formación moral

La conversión a Jesucristo implica caminar en su seguimiento. La catequesis debe, por tanto, inculcar en los discípulos las actitudes propias del Maestro. Los discípulos emprenden, así, un camino de transformación interior en el que, participando del misterio pascual del Señor, «pasan del hombre viejo al hombre nuevo en Cristo». (AG 13.) El sermón del Monte, en el que Jesús, asumiendo el decálogo, le imprime el espíritu de las bienaventuranzas, (Cf LC 62; CEC
1965-1986. El Catecismo de la Iglesia Católica precisa con detalle las características que la catequesis debe asumir en esta formación moral (n. 1697) es una referencia indispensable en esta formación moral, hoy tan necesaria. La evangelización, «que comporta el anuncio y la propuesta moral»,(VS 107.) difunde toda su fuerza interpeladora cuando, junto a la palabra anunciada, sabe ofrecer también la palabra vivida. Este testimonio moral, al que prepare la catequesis, ha de saber mostrar las consecuencias sociales de las exigencies evangélicas. (Cf CT 29f.)

- Enseñar a orar

a) La catequesis está abierta, igualmente, al dinamismo misionero. (Cf CT 24c; DCG (1971) 28.)
Se trata de capacitar a los discípulos de Jesucristo para estar presentes, en cuanto cristianos, en la sociedad, en la vida profesional, cultural y social. Se les preparará, igualmente, para
cooperar en los diferentes servicios eclesiales, según la vocación de cada uno. Este compromiso evangelizador brota, para los fieles laicos, de los sacramentos de la iniciación cristiana y del carácter secular de su vocación. (Cf LG 31b; ChL 15; CEC 898-900.) También es importante poner todos los medios para suscitar vocaciones sacerdotales y de especial consagración a Dios en las diferentes formas de vida religiosa y apostólica, y para suscitar en el corazón de cada uno la específica vocación misionera.
Las actitudes evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició en la misión, son las que la catequesis debe alimentar: buscar la oveja perdida; anunciar y sanar al mismo tiempo; presentarse pobres, sin oro ni alforja; saber asumir el rechazo y la persecución; poner la confianza en el Padre y en el apoyo del Espíritu Santo; no esperar otro premio que la dicha de trabajar por el Reino. (Cf Mt 10,5-42; Lc 10,1-20.)
b) En la educación de este sentido misionero, la catequesis preparará para el diálogo interreligioso, que capacite a los fieles para una comunicación fecunda con hombres y mujeres de otras religiones (Cf EN 53; RM 55-57). La catequesis hará ver cómo el vínculo de la Iglesia con las religiones no cristianas es, en primer lugar, el del origen común y el del fin común del género humano, así como el de las múltiples «semillas de la Palabra» que Dios ha depositado en esas religiones. La catequesis ayudará también a saber conciliar y, al mismo tiempo, distinguir el «anuncio de Cristo» y el «diálogo interreligioso». Ambos elementos, manteniendo su íntima relación, no deben ser confundidos ni ser considerados equivalentes.
(Cf RM 55b; PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y CONGREGACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS, Instrucción Diálogo y anuncio. Reflexiones y Orientaciones sobre el anuncio del Evangelio y el Diálogo interreligioso (19 mayo 1991) 14-54: AAS 84 (1992) pp. 419-432. CEC, 839- 845; en la Cuarta parte, cap. 4°, al hablar de los destinatarios de la catequesis, se vuelve sobre el tema de «La catequesis en el contexto de otras religiones»). En efecto, «el diálogo intereligoso no dispensa de la evangelización» (RM 55a.).